miércoles, 25 de enero de 2012

NO HAY QUE DARLES PERLAS A LOS CERDOS

No hay que darles perlas a los cerdos. Eso me dijo Miss Quimera hace unos días, cuando tomábamos el café y compartíamos un cigarro blanco, después del desayuno. Las pláticas con tal escenografía ya se han hecho costumbre (sé que la extrañaré cuando me mude de apartamento). En fin que, repasábamos una vez más los lamentables hechos sobre el amor, el engaño, el desengaño, la cobardía y esas características propias de los seres con los que las mujeres compartimos este planeta, los mentados hombres.
     Después de la rutina de pláticas que hemos almacenado tras varios meses hemos llegado a varias conclusiones. Una es que para tener una relación estable con un hombre “hay que caminar con bandera de pendeja”, la otra opción es que en verdad lo seas, y nosotras no servimos ni para una ni para otra cosa. También hablamos sobre que una pareja en esta sociedad cerrada, si seguimos fieles a nuestros ideales, no vamos a encontrar, somos palomas de otros senderos. Después de varios minutos en los que se extendía el tema me dijo, es que es neta: no hay que darles perlas a los cerdos, esa frase quedó sonando en mi mente por un instante, después de soltarme una tremenda carcajada por supuesto.
     Ellos no están acostumbrados a que pensemos, estamos en pleno proceso de que acepten que también podemos, son cómodos y confunden esa palabra con “prácticos”, no les gusta discutir ni complicarse, y cuando una mujer se les enfrenta huyen y van divulgando que les da flojera hablar de “cosas sin importancia”. Prefieren a las mojigatas que, o tienen mente cerrada o de plano no tienen.
     Y como tampoco quiero sonar a amargada, ardida o algo de esa especie, dejaré hasta aquí esto que se torna a letanía  (aunque sinceramente la intención era esa, una letanía, pero ya no tengo los ánimos para darle su respectiva forma, la noche hace su efecto: ocho horas de identificación de erratas, una hora de clases de inglés y dos horas más de spinn son suficientes para que oprimir una sola tecla implique un enorme esfuerzo). La plática con Miss Quimera giró en torno al mismo tema y del lado donde le quieran ver la conclusión fue la misma.

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