Las gotas caen como manos vacías de ti.
me baño con tu húmeda ausencia
que no seca
verde que permanece.
Dónde estará el pétalo disecado
-de la rosa añorada-
que envuelve lo sólido de tus manos.
Tus manos, añoradas manos
con diez caballos
a veces fuertes, a veces mansos
que galopean en las noches
y que trotan por los amaneceres
-de tu mentira existencial a mi lado-,
por los senderos de mi cuerpo.
Dos caballos perdidos deliciosamente
en el más profundo, oscuro y húmedo de mis senderos,
entran trotando
después, enloquecen
no encuentran salida
y cuando la hallan
vuelven a entrar con más furia
galopando
entran y salen
han enloquecido.
Y cuando llovizna,
la sobriedad les llovizna a ellos
de las patas hasta la cabellera
negra y espesa
llueve,
llueve len ta y lar
ga
men
te.
Ya mojados
se resignan a salir.
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