jueves, 29 de septiembre de 2011

Amigula

Mi amiga arrastra entre sus dientes el dolor, la veo, me doy cuenta, esa sonrisa le duele y no llora. Sé que sus pasos le pesan, que su mirada se pierde en el teatro de recuerdos mentirosos que protagonizó alguna vez. La sorprendo estrujandose el pecho porque siente que el dolor ahí está, solido, que puede desbaratarlo y comerse sus cachitos.  
A mí, a mí ya se me fue el sabor amargo que nada en su boca, me olvidé de la pelicula que me cuenta a diario y que vi por tanto tiempo. Ara la tierra de mi desprecio al femebundo. No es posible que a esas criaturas se les pudra el corazón en tan poco tiempo, o que se les pudra simplemente. Pero lo que es peor, como dice ella, ¡no es posible que con este pinche dolor no te mueras! He llegado a pensar que la agonía es el lado oscuro de la muerte, la que tortura, la que lastima y hace que anheles morir de una vez por todas; y algún día ella va morir junto con lo la corriente de agua que por las mañanas despierta conteniendose entre sus pómulos, y resucitará, lo sé, como el ave fénix.

No hay comentarios:

Publicar un comentario